Dada la magnitud de las necesidades humanitarias, ACNUR ha reforzado sus intervenciones de protección, incluyendo la supervisión de la protección y su apoyo a las autoridades para el registro, así como la provisión de documentación civil. También se han reforzado la prevención y la respuesta a la violencia de género, así como las actividades en los ámbitos del alojamiento, la educación y el medio ambiente.

Desde que se recrudeciera esta crisis hace cuatro años, más de 2 millones de personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares en el país. Muchas de ellas han huido hasta dos y tres veces en busca de un lugar más seguro. En este contexto, poder acceder a tu centro de salud es todo un periplo. Ya antes de la crisis, de media el centro de salud más cercano estaba a 10 km. Ahora, la situación es mucho peor.
Actualmente existen 336 centros sanitarios completamente cerrados y 371 que funcionan bajo mínimos, es decir tienen un horario reducido a la mañana. El personal sanitario se enfrenta también a una cruda situación: su integridad física se ve amenazada, han abandonado las formaciones sanitarias y aumenta el número de pacientes sin asistencia.
“Debido a la inseguridad, las carreteras no sirven. Ni si siquiera se puede evacuar a las personas enfermas. Existe el riesgo de que salten artefactos explosivos improvisados. Hay ambulancias que han sido completamente dañadas y en este momento hay 37 que han sido robadas o completamente destruidas por estos artefactos explosivos”.
Los suministros médicos no pueden trasladarse por carretera debido a los bloqueos, explosivos, riesgo de robo y secuestros. La situación de inseguridad y bloqueo por carretera hace que los escasos medicamentos de los que se dispone tengan que transportarse en avión o el helicóptero. “Todos estos obstáculos hacen que, en estos momentos, el sistema sanitario de Burkina Faso esté profundamente perturbado”.